13 de Abril de 2024. Boston.El primer disparo resuena en toda la calle, casi pueden sentir las ondas sonoras chocar contra las paredes de los ruinosos edificios y perderse por esas pequeñas y sucias callejuelas que desembocan en la avenida donde están ellos.
El cuerpo cae al suelo, sobre el asfalto húmedo por las primeras lluvias primaverales que asolan Boston. Los chicos están asustados; un joven pide que tire el arma, una chica se está escabullendo por una de las calles con el horror marcando sus facciones, otro joven toma el pulso de la chica que sangra por el agujero en el pecho.
De pronto, todo está claro en sus mentes. En el fondo, siempre han sabido que una convivencia pacífica no iba a ser posible. Si cuando la sociedad era estable ni siquiera se soportaban ¿Cómo van a hacerlo ahora? Esa es la realidad, son jóvenes, inexpertos y están solos. La ciudad está destrozada, no queda ni un resquicio de lo que era y ellos son sus únicos habitantes. Todos querrán los mejores recursos y ayudas y no les importará pisar al prójimo para lograrlo. Así son las cosas, porque siempre han sido así y no van a cambiar sólo porque la humanidad haya dejado de existir como tal.
No tardan en pelear en las calles, en dividirse y formar alianzas y grupos. Todo es descontrol y violencia. Hacen lo que quieren y nadie puede impedirlo. Luchas, carreras y sexo. Todo trata sobre ganar algo, sobre ser los primeros. La ciudad es un campo de batalla lleno de chicos que empiezan a empuñar armas, a traicionar amigos por la propia supervivencia, a perder la fe en la raza humana y a considerarse los amos supremos de todo lo que les rodea. No lo son, desde luego. Las peleas callejeras sólo tienen como fin lograr un nuevo territorio, ampliar las fronteras, comerles lugares y fichas al resto de bandas.
En Boston poco importa que haya una fuerza de Élite a punto de salir, la dominación de la ciudad es lo único que les mueve.
Poder. Ambiciones y sueños. Principios e ideales.
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